Comunicadora Social y Periodista
Especialista en Gerencia de la Comunicación Organizacional
Barranquilla se quedó sin novia, Lorica sin “El Flecha”, Valledupar sin Casa en el Aire… Hoy, Colombia llora la pérdida de grandes baluartes de la cultura del Caribe, una tierra, donde, como bien dijo alguna vez David Sánchez Juliao: “Al propio Papa de Roma se le saluda de esta manera, cuando baja del avión, Ajá, ¿y cómo estás tú, Tu Santidá”…?
La Región Caribe Colombiana es una amalgama de colores, sonidos, sabores, que oficialmente logro sintetizar en tres palabras: ALEGRIA; DESPARPAJO Y PASION.
La alegría del niño que juega "bolita e´quiña" en la arenosa plaza del pueblo; el desparpajo de las cantoras de bullerengue y la pasión con que Shakira le da a probar al mundo un pedacito de Costa y lo deleita al ritmo de unas caderas que no mienten.

Todas éstas y más cosas hacen del Caribe un
símbolo único, auténtico de la cultura de un país en donde conviven acentos,
dichos, cadencias, expresiones y formas
de sentir y vivir. Son tantas y tan
distintas, que cuando muy amablemente solicitaron mi colaboración en esta
publicación, con un artículo libre sobre la cultura Caribe y cordobesa, pensé:
“Ni yo misma, costeña, ‘levantada’ con yuca, plátano amarillo y suero, conozco
al detalle lo rica que es mi cultura…” Sin embargo, de igual forma, pensé que la
cultura se vive, se siente; no se piensa ni se crea en un escrito cuidadosamente
redactado, así que dejé fluir mis sentimientos y recordé cómo “María Varilla” y
“Soy Pelayero, en una Alborada del Festival Nacional del Porro en San Pelayo, o en una tarde de corralejas en Cereté, erizan mi piel; recordé que una décima sabananuevera me transportan a mis orígenes, orgullosamente enraizados en el Sinu.

Y que la Semana Santa ya no es
igual sin el partido de dominó, arrancón y parqués, ambientado con vallenatos
viejos, bajo el palo e’ mango en la casa
de mis abuelos.
Hace un tiempo, en la ribera del Sinú, a la altura de La Majagua , tierra de mis
abuelos maternos, observaba curiosa a un
anciano que caminaba tambaleante con unas habarcas trespuntá, que se aferraban
a la tierra polvorosa del camellón de tal forma que parecían impedirle la
caída;

En ese momento sentí que pasaba ante mis ojos la muestra viviente del auténtico
cordobés, y por un instante creí que miraba la reencarnación de mi abuelo
paterno; un hombre que sobresalía por sus abundantes cejas negras, siempre
luciendo orgulloso su sombrero vueltiao, y cuyo rostro dejaba ver la
experiencia y sabiduría que dan los años. Un campesino humilde, honrado y dueño
de un carisma y una calidez propios de la gente de esta Región, reconocida ante
el mundo por su ganadería, sus valles, considerados de los más hermosos del
planeta; por su porro, su río Sinú; por el Parque Ronda del Río Sinú y por
Happy Lora, quien nos hizo vibrar un 9 de agosto de 1985,
al ganar el Campeonato Mundial de Boxeo en el peso gallo.

…De
repente, el canto de vaquería de un hombre
que arreaba ganado bajo el ocaso sinuano, me arrancó de las redes de mis memorias y me “regresó” de
golpe al chinchorro amarillo
desde donde apreciaba las maravillas de mi tierra cordobesa, que embruja y
encanta a quien la conoce y a la que no puede decirse “adiós” sino un sentido
“Hasta Luego”, así como dijo nuestro Manuel Zapata Olivella: “Decir "adiós" a
Córdoba es mentira. "Hasta luego". Sabemos que volveremos, por donde
quiera que queramos: mar, aire o tierra.”

Vanessa Villadiego Espitia
Comunicadora Social-Periodista
Cereté-Córdoba